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De Viaje por los Países Socialistas: 90 Días en la Cortina de Hierro

  • William Rocafort
  • Feb 23, 2016
  • 5 min read


Esta serie de once crónicas fueron publicadas en la revista bogotana "Cromos" en 1957, más tarde fueron recopiladas en una edición pirata que se vendió rápidamente en Colombia y que luego García Márquez terminó por legalizar en 1978. Acompañado de una diagramadora francesa llamada Jacqueline y el periodista italiano Franco; el escritor colombiano emprende un viaje por la "Cortina de Hierro" en el verano de 1957. La aclamada cortina de hierro no es literalmente una cortina del metal, es un palo de metal rojo y blanco que divide las diferentes ciudades. El viaje da comienzo en Alemania, continúa en Checoslovaquia y Polonia para tener fin en la Unión Soviética, a la que entra a través de Ucrania. Su última crónica constituye una visita a Hungría en 1959, país donde un año antes había ocurrido un levantamiento general reprimido violentamente con la ayuda del ejército ruso. Las impresiones del escritor son a veces contradictorias, sin dejar de ser rigurosas y objetivas. Estas contradicciones son apenas naturales pues él mismo debatía entre su creencia en el socialismo y su constatación de que el desarrollo capitalista era más eficaz en aquella época. De esta manera, García Márquez se enfrenta a la paradoja entre el rechazo rotundo de la represión y la simpatía por ciertos líderes de las democracias populares. Sin embargo, el viaje le confirma que el desarrollo capitalista aunque más acelerado es también desigual, pues no todos los países capitalistas tienen un nivel más alto que las democracias populares.



Berlín

García escribió dos crónicas sobre Berlín “Berlín es un disparate” y “Los expropiados se reúnen para contarse sus penas”. El Berlín dividido es una muestra de propaganda de los dos sistemas. Del lado capitalista hay un apetito comercial que parece trasplantado desde Nueva York y que no corresponde con la realidad económica del país, puesto que Berlín Occidental no tiene relaciones comerciales con los países vecinos; es un islote en medio del comunismo. La parte oriental, por el contrario, está mal reconstruida; allí la amargura y la falta de entusiasmo que dejaron la pérdida de la guerra y la imposición de un sistema ajeno están latentes, pero todo parece corresponder a la realidad económica, a excepción de la avenida Stalin: la imagen del comunismo. Hay cines, teatros y restaurantes al alcance de todos; es el lugar donde viven los obreros que mejor comen en el mundo. Allí nada es transparente: la gente vive en un lado y trabaja en el otro, todos aprovechan lo que pueden de los dos sistemas y no creen en ninguno. Se trata de un pueblo de gente triste y subyugada junto a soldados frustrados porque como son extranjeros que vienen a imponer la autoridad, no son bienvenidos.


Checoslovaquia y Polonia

El escritor colombiano dedicó dos crónicas a Checoslovaquia y una sola para Polonia. García Márquez nota que la vista en Berlín se borra y que en cada país las ideas comunistas se viven de forma diferente. En Polonia y Checoslovaquia los trámites son más simples que en Alemania Oriental. En las dos crónicas sobre Checoslovaquia “Para una Checa las medias de Nylon son una joya” y “La gente reacciona en Praga como en cualquier país capitalista” el autor dice que en Checoslovaquia todos parecen estar más o menos contentos con su suerte, viven bien, comen bien y ganan bien. Como a las marionetas buenas, al sistema checoslovaco no se le ven las cuerdas, ya que, no hay policias armados, la gente no está al borde de una tensión nerviosa como en Alemania Oriental y la política no es una obsesión, de modo que la gente puede entregarse a sus pequeños problemas existenciales, lo que no pasa en ningún otro de los países socialistas. La única diferencia con el sistema capitalista es que el nylon, tela para hacer ropa y accesorios de buena calidad, es muy caro y las mujeres debían extremar los cuidados de sus medias.


En “Con los ojos abiertos sobre Polonia en ebullición”, el autor impone que Polonia es aun más pobre que Alemania Oriental y los polacos persiguen los pasaportes extranjeros para fugarse del país, en cambio se habla libremente contra el gobierno y contra los rusos, lo que no se ve en ninguna otra de las democracias populares. Los polacos son a la vez antisoviéticos y antiestadounidenses, católicos, nacionalistas y apoyan a su líder Gomulka. A diferencia de Alemania Oriental, en estos dos países, el periodista conoció un mayor número de personas muchas más personas del común que le contaron aspectos y experiencias personales respecto al sistema. Encuentra estudiantes extranjeros comunistas cuyo único reparo contra el régimen es el de la censura literaria, la cual es considerada una medida innecesaria. Conoce también antiguos burgueses que votan a favor del régimen por miedo a ser arrestados y que se avergüenzan de portar ropa barata. Según las palabras del escritor, el común denominador en estos países es una aristocracia expropiada e inconforme y un proletariado con complejo de inferioridad.



La unión soviética

García Márquez escribe cuatro crónicas dedicadas a la Unión Soviética, cuyos títulos son: “URSS, 22.000 metros cuadrados sin un solo aviso de Coca Cola”, “Moscú, la aldea más grande del mundo”, “En el mausoleo de la Plaza roja Stalin duerme sin remordimientos” y “El hombre soviético comienza a cansarse de los contrastes”. Al entrar a la Unión Soviética, el periodista colombiano, descubre que el país es una aldea gigante. Le asombran sus dimensiones tan grandes, casas enormes, campos inmensos y monumentos gigantescos. Los pobladores se le parecen a la multitud bobalicona, buena y saludable, los cuales se pueden encontrar en los pueblos de Colombia, con la excepción de que, aunque son ateos, tienen una moral tan estricta como la de los católicos más devotos. En su opinión, el carácter de estos pobladores de la Unión Soviética no se debe a la supresión de clases, sino a la intrusión de Stalin en todas las esferas de la vida pública y privada, y al complejo de inferioridad que tienen los soviéticos frente a los estadounidenses. El autor constata un fuerte desarrollo de la industria pesada y aeroespacial en detrimento del desarrollo de los artículos de consumo.


Hungría

La última crónica corresponde a otro periodo. En agosto de 1959, García Márquez se atreve a entrar en Hungría. Después de los acontecimientos de represión violenta del año 1958, el pueblo de Hungría era el más amargado y sin perspectivas de toda la "Cortina de Hierro". El hombre en el poder, Janos Kadar, un hombre salido del proletariado, llamó al ejército soviético para reprimir el levantamiento del pueblo, el cual seguía una consciencia política que el mismo sistema les había inculcado. El motivo del levantamiento fue la escasez de artículos básicos para el consumo. Luegode asistir al discurso de Kadar, el periodista colombiano se convence de que este fue un buen gobernante en otras circunstancias y considera que si llamó a los soviéticos, fue para evitar que el régimen cayera en manos de la reacción que estaba tomando el control de los levantamientos. El apetito de sangre de gente que sale a las calles a fusilar y un pueblo que no está contra el socialismo sino contra el régimen de opresión es lo más impacta que Gabriel García vio en su recorrido por los países socialistas.


Editado por: Karla Crespo


Referencias:

http://clasev.net/v2/pluginfile.php/77770/mod_resource/content/1/Garcia%20Marquez%20Gabriel%20-%20De%20Viaje%20Por%20Los%20Paises%20Socialistas.pdf


 
 
 

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